martes, 28 de septiembre de 2010

La arquitectura evolutiva

Si viajaras en una maquina del tiempo y retrocedieras cien años, encontrarías una situación bastante interesante en la historia de la arquitectura. A finales del siglo XIX y a principios del siglo XX se buscaba una nueva identidad para el hombre, de cómo él se podía relacionar con la maquina, con la tecnología y la industria. Este hombre ya no era como el de la edad media o como el hombre de épocas clásicas, ahora había evolucionado a ser el hombre moderno. Existieron intelectuales que buscaron a fondo esa esencia que diferenciaba al hombre moderno de su pasado; en Bélgica, gente como Henry van de Velde pensaba en un estilo en el que las formas orgánicas fueran las sobresalientes en la arquitectura; en Austria, Adolf Loos veía al ornamento como un delito, como un pecado, algo inconcebible. En Alemania, el Deutscher Werkbund buscaba una arquitectura mas funcional y que se pudiera crear por medio de la industria. ¿Pero porque tanta búsqueda por la modernidad?

Gracias a la Revolución Industrial, comenzó la era de la maquina, una época en la que aún en nuestros tiempos, estamos profundamente ligados. La Revolución Industrial hizo ver al mundo desde un punto de vista totalmente opuesto al que se estaba acostumbrado. Desde la filosofía hasta el arte cambiaron de una manera radical, gracias a esta nueva visión del mundo. El hombre moderno buscaba ahora el eslabón entre el hombre y la maquina. La humanidad buscaba lo que en alemán se dice zeitgeist “el espíritu del tiempo” y se dio cuenta que siguiendo los cánones y las filosofías de los antepasados no la llevarían a nada. Tanto las artes como la filosofía tenían que cambiar, evolucionar, buscarle un nuevo sentido a la vida moderna. En la arquitectura gente como los futuristas italianos pensaron que las ciudades deberían de hacerse tabula rasa, es decir, destruir todo y construir algo totalmente nuevo libre de historicismos. No que este de acuerdo con esta manera de pensar de los futuristas, pero ellos pensaron en la vida del hombre moderno como una oportunidad para adaptarse a lo que estaba ocurriendo en ese tiempo.
La arquitectura esta estrechamente ligada con la historia y con la tecnología, vivimos en una época de grandes cambios y constantes. Hace 20 años era bastante difícil encontrar un hogar que tuviera computadoras, hoy en día, es difícil pensar en una casa sin una. De igual manera los celulares, no era tan común ver a la gente usarlos, sin embargo en 2011 encuentras sorprendente a alguien que carezca de uno. Vivimos en un tiempo donde la vida evoluciona año tras año y la vida de los humanos van cambiando conforme la tecnología cambia. De igual manera, la arquitectura de nuestros tiempos sufre estas consecuencias y rápidamente un edificio puede verse modificado con el tiempo por la necesidad de aplicar las tecnologías nuevas al uso del complejo. Estas modificaciones pueden perjudicar de manera grave la estética o el mismo uso del edificio.

La arquitectura en el siglo XXI debe de buscar esa posibilidad de cambio con el tiempo, de evolucionar y de adaptarse a lo que viene en el futuro. El arquitecto del nuevo siglo ya no puede pensar en la función que tiene el edificio en el presente si no pensar en que podría ocurrir en los tiempos por venir. De igual manera que los comienzos de la arquitectura moderna, el hombre tiene que ver el zeitgeist del siglo XXI, buscar la manera mas adecuada de dejar esa sensación de azar en los edificios, de dejar por decirlo así “un espacio libre” para dejar que el mismo edificio crezca o evolucione por si solo. Como sembrar una semilla de una planta en un jardín y dejar que sola crezca hasta llegar a su etapa de esplendor. El arquitecto ya no puede pensar en que su obra seguirá ahí por los siglos de los siglos sin que haya una sola modificación en su obra. Sería una grosería para el arquitecto ver que un edificio de viviendas que construyó hace diez años se convierta en uno de oficinas ya que no se pensó para ese uso. Es por eso que el arquitecto del siglo XXI debe de pensar mas allá del tiempo de ejecución de la obra, pensar un poco en que podría pasar en su edificio en unos años y dejar esa oportunidad de cambio. El arquitecto del siglo XXI debe de abandonar esa rigidez con la que construye, esa forma de pensar de que lo que se hace para algo siempre tiene que ser así y no cambiar nunca.

El hombre siempre ha tenido ese miedo por el cambio, pero en nuestros tiempos estamos tan acostumbrados a los cambios tan rápidamente que se esta volviendo algo natural en nuestras vidas. Por lo tanto tenemos que perder ese miedo y volverlo de nuestro lado, y no verlo como algo misterioso y oculto, si no algo con posibilidades infinitas de algo nuevo, algo que nos enriquezca espiritualmente y no agobiarnos por pensar que va a pasar.