miércoles, 2 de octubre de 2013

Al Tango, en la Zuazua


Al Tango, en la Zuazua
 
En mis 25 años de vida, es rara la vez que he caminado de noche por la calle donde vivo. Siento que habito en un una especie de dimensión alterna, donde en cuanto piso afuera, todo se transforma en un universo distinto. Este tipo de sentimiento fue el hincapié a una serie de preguntas acerca de que era lo que pasaba a mi alrededor, ¿Porqué de pronto me siento un desconocido en mi propio entorno? La curiosidad mató al gato, dicen, y fue por esta razón por la que decidí salir a explorar para entender más acerca de mi contexto habitual.
 
Tacos de Hielera
 
-¿Me das un taco de bistec?-
- Claro, los que gustes-
Me responde “El Jessy”, con una alegre y divertida voz. Sus manos abren la hielera roja que tiene sobre la mesa, mientras su cuerpo, de grandes proporciones, se mueve ágilmente para pasarme una servilleta. El Jessy usa shorts de mezclilla, tenis marca Nike y playera negra. Tiene una cicatriz en el ojo, la cual cruza por su ceja y termina justo donde comienza el párpado.
 
-Los tacos que vende el Jessy son deliciosos- lo confirman sus clientes que consumen cada vez que él se acomoda en un espacio de la banqueta. El Jessy siempre llega en su camionetita,  coloca rápidamente una mesita, su mantel de plástico, un igloo con limonada, dos hieleras, una azul y una roja, y varios toppers con diversas salsas.
 
 la calle es tranquila, pasan unos cuantos automóviles. Ahí donde se encontraba el Mercado Estaban Cantú y tenia movimiento veinticuatro horas, ahora la mayoría de los locales están vacíos, se ve solo, oscuro, descuidado, solo pocos locales se conservan. El Jessy se acomoda frente a este Mercado, cruzando la calle, en un lugar mas iluminado y menos descuidado.
 
Un sujeto llega en bicicleta a donde el Jessy. – Se robaron el tubo de cobre, después el compresor- dice.
-Además, se chingaron los paneles de la refrigeración-
El hombre usa una gorra café, con logo de la CFE, pantalón de mezclilla y zapatos tipo huarache.
- Estoy ahí desde las 7am cuidando el antro, estoy de arriba para abajo trabajando para el señor- comenta el sujeto. Interrumpe la conversación porque dice tiene “un chingo de hambre”. El Jessy le pasa tres tacos, el hombre los toma, los desenvuelve, los junta en una mano y de un bocado y le come con gran placer…
 
Unos tragos coquetos
 
No hay mucha gente.
El mesero nos lleva una cubeta a la mesa.
Hay una banda tocando, todos los integrantes están vestidos con camisa roja y pantalones blancos, algunos con tejana blanca.
 
En cuanto entré sentí un golpe en mis ojos, el conjunto de mosaicos de muchos colores en todos los muros, la loseta tipo damero, y los posters de diversos artistas gruperos como Fidel Rueda, Joan Sebastián y Espinoza Paz, además de la iluminación principalmente color rojo, hacen que se sienta un ambiente de un gusto particular. En apariencia, la ambientación y decoración es de amateur, sin sentido de armonía visual.
 
Me tomo mi primera cerveza.
Comienza una canción, al parecer un narco corrido que cuenta la historia de un tal Guzmán, Culiacán e Irapuato.
En una mesa están dos mujeres con una cubeta de cervezas. Una de ellas lleva un vestido gris que permite dar una idea de la figura de la mujer, la otra lleva mezclilla y polo azul.
 
Llega una mujer con vestido rojo. Esta sola. ¿Espera a alguien?
De sus orejas cuelgan dos arracadas grandes, color oro, el delineado de sus ojos bien marcados.
 
A lo lejos se escucha “la yaquesita”.
 
La mujer voltea de un lado a otro. En eso un sujeto se le acerca y le ofrece algo, ¿Un chicle? Instantáneamente ella se lo mete a la boca y comienza a masticar.
 
La banda comienza a tocar “la vida mafiosa” lo se porque a un amigo le gustaba mucho.
 
Comienzo mi segunda cerveza.
 
Llega un hombre con camisa gris a la mesa donde están las dos mujeres solas. El hombre se dirige hacia la mujer que lleva vestido gris y la toma de la cintura. Comienzan a platicar, la mujer toma al hombre de la espalda, se abrazan, y después se toman de la mano. La mujer le da un beso al hombre.
 
Un hombre de proporciones robustas saca a bailar a la mujer de rojo, ella batalla para seguirle el ritmo.
 
En otra mesa, dos mujeres de edad media y de curvas pronunciadas, una de ellas me voltea a ver con ojos coquetos, yo evito su mirada.
 
Se termina la canción.
 
La mujer de rojo se va a la barra con el hombre donde hay otros dos tipos esperando. Uno de ellos trata de abrazar a la mujer, ella se aleja un poco del sujeto.
 
Empieza una canción llamada “Chuy y Mauricio”.
 
Sigo con mi tercera cerveza.
 
Llega otra mujer, de edad mediana, ¿Treinta y tantos?
Su ropa lleva lentejuela roja, lleva un broche igual de brillante en su cabeza, se sienta sola en la barra. ¿Otra mujer sola? Ella mastica chicle, ordena una cerveza y voltea de un lado a otro. ¿Espera a alguien?¿O busca que se le acerquen?
 
A lo lejos se oye “La Gasolina”.
 
Decido moverme de lugar, me acerco a la salida, en otro escenario se encuentra gente cantando con karaoke. Escucho a una mujer cantar:
 –Amor eterno, e inolvidable, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca…- Buena interpretación de Rocío Durcal echada a perder por la voz desentonada de la mujer. Decido terminar mi cerveza.
Salgo de La Taberna…
 
 
La música es mi vida
 
Carlos de la Garza es del Distrito Federal, lleva viviendo en Mexicali 42 años.
-Tengo toda mi vida de músico, cuando vivía en México trabajaba en Garibaldi- Me dice don Carlos.
-Mi padre era violinero, ahí en Garibaldi-
 
Don Carlos viste un chaleco negro, de su cuello cuelga un rosario, su rostro refleja la vida de un hombre tranquilo, responsable con su familia y sobre todo dedicado a su labor.
 
- Mexicali Rose, se llama nuestro grupo, por la canción de Frank Sinatra, era el himno de Mexicali antes de componer “El Cachanilla- Me dice Don Carlos con voz serena.
Entonces Don Carlos comienza a recitar algunos versos de la canción:
 
Rosa de Mexicali no llores;
Piensa que muy pronto volveré,
Y que siempre triste sin consuelo
 
-Muchas estaciones de radio comenzaban con esa canción, tu todavía no nacías muchacho- Y suelta una carcajada.
-Somos pioneros aquí, quedamos pocos, se cuentan con los dedos de las manos.- Continua platicando el señor.
 
Me presenta a su hijo, Ángel se llama. Lleva una baraja en la mano, tez morena, de complexión gruesa y de estatura baja.
 
- Este arte se aprende por herencia de los padres, mi hijo estaba en la prepa, pero se decidió por la música-.
 
En eso, don Carlos le grita unas niñas y a una mujer que van pasando por la calle. Saca de la camioneta donde guarda todos los instrumentos una bolsita de dulces y unos zapatos “Converse” y se los obsequia, – Son hijastras de mi hijo- me responde.
 
La noche es tranquila, algunos coches pasan pero no hay movimiento excesivo, sin embargo la zona se muestra viva. En el pasto del parque hay gente dormida, otras personas platicando en las bancas, y algunos grupos esperando a que un cliente les compre una canción.
 
-Me tocó cuando el parque estaba lleno de borrachos, Nos lo otorgaron para limpiar la zona, antes nos juntábamos en la Altamirano, en un billar llamado “El Zirahuen”-.
 
La platica con don Manuel continua, me menciona acerca de una cantina llamada “Los Pepes” que estaba localizada en la esquina con Altamirano. Platica que en el Mercado Esteban Cantú, todas las madrugadas se llenaba de gente que iba a comer menudo o pozole, cuando la calle estaba en su época de auge…
 
 
Hogar dulce hogar
 
Mi casa es un lugar extraño. Creo que no existe un lugar así en todo el centro de la ciudad. En un sentido, me siento privilegiado, dado a la peculiaridad de su ubicación; en otro, un invasor en tierra ajena. Mis amigos dicen que mi casa les gusta, que es como entrar en otro mundo. Gente que he conocido dicen que mi casa es como una leyenda urbana, que comprueban que realmente existen siempre que explico donde esta ubicada. –Me han dicho que hay una casa con un jardín grande escondida en medio del centro- me dicen.
 
A pesar de todo, me agrada mi casa, el arquitecto hizo buen trabajo, y mi familia, buen cuidado de ella. Mi mamá platica ciertas cosas acerca de cómo fue adquiriendo los terrenos que abarcan mi casa y el negocio familiar. Platica a veces, acerca de negocios fallidos con socios que no ayudaron mucho.
-Este negocio (el negocio familiar) a  pesar de todo, es un negocio noble- siempre dice mi madre. -Este negocio es el que les ha dado de comer, les ha dado la oportunidad de viajar, estudiar fuera-.
Mi abuela dice que antes de este negocio, mi abuelo tenia un taller mecánico, ubicado en la misma calle. No se la ubicación exacta, y no se si existe una fotografía donde aparezca el taller, será bueno preguntar a mi abuela a ver si no tiene una. Mi abuela tiene 93 años, de los cuales, mas de 60 los ha vivido en Mexicali. Aunque mi obachan ( abuela en japonés) tiene nombre japonés, la gente de la Zuazua la conoce como doña María, de vez en cuando me topo gente que me pregunta por ella, que si todavía vive, yo les respondo orgullosamente que si y que sigue muy fuerte.
 
Después de reflexionar un rato, me di cuenta del tiempo que mi familia tiene residiendo en la Zuazua, en verdad es mucho tiempo, mas de 50 años no son cualquier cosa.
 
 


La Zuazua: Nombrada así por en honor al militar mexicano Juan Nepomuceno Zuazua Esparza. La Zuazua, a pesar de ser una vialidad corta, es conocida en Mexicali como “la calle de las dulcerías”, o por contener “la plaza del mariachi”.
 
 

martes, 1 de octubre de 2013

Cepillo de dientes


 

Día 1

Las cerdas raspan mis dientes lentamente.

Es la primera vez que introduzco el cepillo en mi boca.

La sensación es extraña, hasta la pasta no sabe igual.

Muevo el cepillo de un lado a otro, tallando mis dientes para limpiar el sabor de comida, saliva y tabaco. ¿Porque decidí comprar este cepillo?

Ya me había acostumbrado al anterior, hasta estaba mas blandito.

Enjuago me boca.

Sale un poco de sangre.

Paso mi lengua por los dientes.

Vuelvo a tallar.

Se supone que este cepillo debería de ser mejor.

Costó mas caro…

Y el color azul del cepillo lo hace ver estético.

Siento extraño.

 

Día 2

Muevo el cepillo de un lado a otro.

Que raro siento, no me gusta este cepillo, es muy duro.

Siento que no limpia igual que el anterior.

Aquel se había hasta amoldado a mi dentadura.

 

Dia 3

Creo que me estoy acostumbrando, siento las cerdas mas blandas.

Hasta siento que puedo tallar mas fuerte rápido.

Enjuago.

No sale sangre.

Miro mi dentadura en el espejo, se ve bien.

Seco mi boca.

A dormir.

 

Dia 4

Voy tarde, me tallo los dientes lo mas rápido posible.

Enjuago.

Vuelvo a tallar.

Listo.

Corro.

 

Dia 10

Tallo de un lado a otro.

Enjuago.

Repito la acción.

Me seco.

A dormir.

 
 

Dia 50

Las cerdas raspan mis dientes lentamente.

Enjuago me boca.

Sale un poco de sangre.

Paso mi lengua por los dientes.

La sensación es extraña, hasta la pasta no sabe igual.

Siento que no limpia igual que el anterior.

Me gustaba mas el azul que tenia.