jueves, 13 de febrero de 2014

Breve historia de mis maestros


No hace mucho tuve un sueño de aparecía una de mis maestras de la primaria, el sueño fue tan real, que desperté con el corazón agitado, con enojo y desprecio ante aquella imagen. No recuerdo el sueño, solo se que no fue agradable.

Parece absurdo, pero los maestros que nos enseñan en las escuelas a lo largo de nuestras vidas marcan una parte de nosotros, o por lo menos de mi si.

Evitare usar nombres, porque no se trata de acusar ni de elogiar, solamente me interesa platicar la influencia que ciertas personas tuvieron en mi, muchas de las cuales no tengo conocimiento alguno de su ubicación actual, pero que en mi memoria siguen vivas, mostrándome lecciones de vida. Eso si, si algún lector fue compañero mío en alguna de estas etapas de mi vida, sabrá su nombre con certeza.

 
El de sexto grado

Recuerdo mucho a mi maestro de sexto grado, mis papas decidieron mandarme a una escuela gringa para que aprendiera ingles. Esos tres años ganan la medalla de los peores de mi vida. Yo por supuesto, no sabia ingles, y no entendía absolutamente nada de lo que el profesor decía. La directora de la escuela le dijo a mis padres que me iban a probar a ver como me desenvolvía, y que si no me iba bien, repetiría sexto año. Ellos lo aceptaron, y me obligaron a cruzar todos los días la fastidiosa “línea”. El maestro era estricto, y admito que ese año me esforcé mucho para lograr pasar, trataba de hacer los trabajos de la mejor manera. Por las tardes, después de la escuela, iba a clases de ingles, a que una tutora me ayudara con mis tareas. Esa maestra, aun la recuerdo con cariño, porque sin ella no hubiera logrado pasar sexto grado. Esta maestra me había dado clases de inglés en cuarto grado, y me llevaba muy bien con ella.

Todavía recuerdo como era mi maestro de sexto grado, usaba lentes tipo retro, de esos que están de moda ahorita que en ese entonces se veían anticuados. Era grande, blanco y con una voz bastante imponente. Tenia bigote y se peinaba de ladito. Recuerdo con gran placer el día que me castigo, creo que por llegar tarde, y me hizo ver fijamente al reloj sin voltear a otra parte por quince minutos. Aun así, no era malo, me gustaba, lo admiraba en cierto modo, gracias a el vi Gone with the wind y creo que por el me comenzó a interesar la historia.


La de Octavo grado

A dos salones se encontraba la maestra de literatura y de ingles, que dos años después se convirtió en mi tutora. Con ella me esforcé tanto por agradarle, que llegue al cansancio. Su clase era muy buena, con ella descubrí el amor por The Twilight zone, aprendí sobre Anne Frank, y lo mejor de todo, Lord of the Rings.

Este último título, no porque ella nos lo enseñó, si no que teníamos que leer un libro y hacer un book report, para entonces, ya me había aventado los dos primeros volúmenes de Harry Potter, por lo que mi maestra me dijo –No more Harry Potter for you- . Tras este trágico acontecimiento, tuve que ir a una librería a buscar algo apto para mi. La empleada me recomendó un título que sonaba interesante, The Hobbit, se titulaba, y decidí comprarlo. Y cuando lo acabe, gracias a que mi primo Elvis me leyó la mitad, descubrí que este libro era tan solo una probadita de lo que seguía, y así fue como compre la trilogía de Lord of the Rings. Pero esta historia es sobre mis maestros, volvamos al tema.

En la clase, también hacíamos ejercicios de escritura, para mi eran los mas divertidos, pero jamás me llegó a decir que alguno de mis cuentos eran buenos, y me esforzaba mucho. Esta maestra tenia preferencia por algunos compañeros, y aunque algunos no eran tan brillantes, ella los protegía. En ese entonces yo sentía celos, porque trataba de hacer las cosas bien, y claro, no era suficiente. Aun así, fue gracias a ella, y a mi hermana que me platicaba los cuentos que ella leía, que descubrí el placer de la lectura y del olor de los libros.


El de arte

Me iré hasta primer semestre de preparatoria. En plena flor de la pubertad, palaba que desde que la descubrí me da escalofrío. En cierto modo, mi vida mejoró, hice amigos y disfrute mi preparatoria como nunca. Había una clase en especifico que yo amaba, la de arte. En mi casa había libros sobre museos del mundo, y de vez en cuando los hojeaba, pero nunca me detenía a leer sobre ellos. El primer día de clases, el profesor mostro unas imágenes de cuevas con pinturas rupestres ¡El nacimiento del arte! ¡Jamás se me habría ocurrido! Había visitado “el diablito” en Vallecitos, pero nunca lo había pensado del punto de vista artístico. La clase de arte era demasiado corta para mi, una hora a la semana no era suficiente. Pero la disfrute como pude. A este maestro siempre lo vi con admiración, yo quería saber tanto como el, y poder explicar como el, era todo espectáculo oírlo dar clase.


La de fotografía
 
Llego la hora elegir curso cocurricular en la prepa. Fue muy fácil elegir, pues ninguna de las opciones me llamo la atención mas que la de fotografía.  Recuerdo el primer ejercicio que hicimos con una cajita de cartón pintada de negro y un trozo de lata agujerada para crear una cámara, fue bastante divertido. Puedo decir con certeza que es una de mis profesoras favoritas, tenia un humor un tanto sarcástico pero bastante divertido. Con ella descubri a Henri Cartier Bresson, Man Ray, y la publicidad de Oliviero Toscani.

 
La de inglés

Aunque tuve varias maestras de ingles en la preparatoria, hay una en especifico que detestaba. Aparte de hablar un ingles horrible, su voz perturbaba, y su persona era nefasta. No hablare mas del tema. 

 
La de historia de la arquitectura mexicana

Cada vez que daba clase, parecía que no la preparaba, llegaba, y comenzaba a dibujar en el pizarrón, hacia diversos diagramas, encendía la computadora y buscaba imágenes en internet para explicar algo. Para mi, esta es la muestra de una verdadera persona que sabe enseñar. Sin necesidad de preparar nada, hacia de la clase todo un acontecimiento, sin mentir, cada vez que empezaba la sesión se me ponía la piel chinita. Mujeres como ella, pocas.

 
El de diseño urbano

No conozco a muchos argentinos, pero todo lo que me habían platicado de ellos se manifestaba en este hombre que se decía era nuestro profesor de diseño urbano. ¿Qué aprendí? Que no se decía grilla, sino “grisha”, y que calle no era calle sino “cashe”.

 
El de historia de la arquitectura moderna

No hay mejor maestro como el que habla con pasión, y es que esta persona fue la que me salvo de caer en el arrepentimiento de haber estudiado arquitectura y me ilumino hacia el camino de la verdad. Gracias a su entusiasmo e interés por mostrar las maravillas de la arquitectura moderna, pude entender mi vocación. Nunca he sobresalido por ser el mejor estudiante en clase, sin embargo, esta clase sin duda marco mi etapa universitaria, todo lo que quería hacer era estudiar y hacer las tareas de historia, lo mejor de todo era que lo hacia con el mayor de los gustos.

Y aunque existen otros personajes como estos en mi vida, estos son algunos de los que mas han influenciado tanto negativamente como positivamente hablando de mis estudios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario